Desde el comienzo del tiempo fui fundada,
antes de los orígenes de la tierra.
Aún no había océanos cuando fui engendrada,
aún no existían manantiales ricos en agua.
Antes de que estuvieran formados los montes,
antes de que estuvieran las colinas, fui engendrada.
Aún no había creado la tierra y los campos,
ni las primeras partículas del mundo.
Yo estaba allí cuando colocaba los cielos,
cuando extendía el firmamento sobre el océano.
Cuando sujetaba las nubes en lo alto,
cuando fijaba las fuentes subterráneas.
Cuando imponía al mar sus límites para que las aguas
no se desbordaran, cuando echaba los cimientos de la tierra,
Yo estaba junto a él, como aprendiz,
y yo era su alegría cotidiana, jugando en su presencia a todas horas.
Jugando por el orbe de la tierra,
compartiendo con los humanos mi alegría.
(Proverbios 8,23ss)